noviembre 02, 2006

Construcciones de Pensamiento

En el arte de construir, ya sea edificios, casas o cualquier tipo de obras en donde se emplean, ladrillos, piedras, cal, arena, “bloques”, u otros materiales semejantes, jugué a ser un maestro albañil. Participé de mis propias construcciones, mi propia obra. No me sentí ya como un espectador ante las grandes estructuras edilicias que veo en esta ciudad levantándose diariamente, ya que considero, soy testigo de obras que fueron y son construidas por personas desconocidas siguiendo un orden según sus funciones, no un orden armado por ellos, ni creaciones hechas por una inquietud o por impulsos, sino por una retribución, recibiendo instrucciones de otros. Humildes obreros, que en tan poco tiempo elevan imponentes torres. Personas silenciosas en sus pensamientos, luchadores diarios de tanto conocimiento en la materia, capaces de realizar tales creaciones.
Pero esta vez no voy a hablar de los albañiles, a los cuales admiro por su creación y dedicación, sino del otro testigo silencioso el cual tienen como compañero fiel, el bloque, ese prisma rectangular de arena y cemento que uno lo ve hueco, horado; ese objeto armado con mezclas de este suelo, realizado en serie, de diferentes medidas, formas y colores que nunca se va a terminar aunque cambie su materialidad, para bien o mal; son bloques con un tiempo de vida útil, infinita, indefinida…
Este bloque al que comparo con la vida misma, deberá ser duro y resistente ante las inclemencias del tiempo, y no cederá ante nada hasta que la naturaleza o el hombre lo decidan.
El bloque armado en encadenado a soga formando una pared, es el objeto que mas relación tiene con el ser humano y es utilizado a lo largo de la historia; nos cubre nos protege, y nos encierra, (a mi de los demás a los demás de mi); el bloque es el testigo silencioso de todo lo que sucede en cualquier espacio.

Veo estos bloques apilados como una protección hacia nosotros, pero también como una trampa al oído, a la mirada a la palabra…
Estas construcciones (obras) que yo quiero levantar, no vienen de la idea de otro, aunque sigo reglas de armado en encadenado, soy yo quien pone en dirección los bloques; no solo me doy órdenes como aquel capataz dictador, sino que también trabajo como obrero silencioso expresando mis pensamientos.
Concentro las dos partes en mi persona creando así obras, trabajando sin la palabra dejando de ver al bloque como objeto individual o en su conjunto como una pared, sino que ahora lo veo como constructor de pensamientos.
Creo construcciones de estados de animo; una construcción inhabitable pero vivida al mismo tiempo, vivida de manera personal. Partiendo de los objetos más elementales y de las potenciales transformaciones que estas encierran la obra expresa la densidad y la fuerza de la imagen a partir de la gran austeridad de los medios. Las estructuras de formas cotidianas y de pensamientos conectan e integran elementos análogos generando asociaciones entre el arte y la vida diaria.
Estas obras con su propio orden logran la transformación, la inserción en espacios inhabitables, espacios imposibles…
El formato íntimo, pequeño, destaca la humildad artesanal de la obra, su economía y sutileza de medios (cemento y arena) contrasta con una precisa disciplina de ejecución y desde la modestia de su escala, habla de la fuerza y densidad de lo mínimo.
Estructuras que no puedo armar con palabras, que no son para albergar personas, construcciones que se desvinculan de ese objetivo de albergar a un ser físico, un espacio inhabitable, una construcción imposible, transgresiones del arte; construcciones de la idea…
Lo que construyo son vivencias pasadas, relatos de vivencias, vivencias que quiero encerrar, retener; vivencias ingratas irrepetibles; yo propongo seguir armando, y que cada uno de nosotros construya con el paso del tiempo…
Construcciones que no salen en su totalidad de la función a la que están sujetas, ni que tampoco respetan el tamaño (de los bloques), ni las ideas de que sea posible ser habitada ni por mí ni por nadie. Quiero lograr que estas obras solo estén sujetas a un pensamiento, a una mirada interior, pudiendo aislar el bloque del lugar común que debe habitar, descontextualizándolo; quizás pueda ser vestida de una manera que me diga que es lo que hace, como se mezcla en la sociedad, que es lo que yo tomo de ella, que es lo que ella me permite decir.
Sergio David Álvarez.